Al comienzo del brote, los científicos pensaban que sabían cómo y cuándo se propagaba la viruela del mono, cómo se veía la enfermedad y quiénes eran más susceptibles. Los 47.000 casos identificados en todo el mundo han refutado ese pensamiento.
Los pacientes que tienen viruela del mono han llegado con algo similar a piquetes de mosquito, espinillas o pelo encarnado, no con las grandes pústulas que casi siempre se asocian con la infección. Algunos ni siquiera tenían lesiones visibles, sino que sentían un dolor insoportable cuando tragaban, orinaban o evacuaban.
Algunos más presentaban dolores de cabeza o depresión, confusión y convulsiones. En algunos casos también presentaban infecciones oculares agudas o inflamación del músculo cardiaco. Al menos tres de los seis decesos reportados hasta ahora estuvieron relacionados con encefalitis, una inflamación del cerebro.
Ahora, los científicos saben que el virus de la viruela del mono se encuentra en la saliva, el semen y otros fluidos corporales, en ocasiones varias semanas después de la recuperación. Siempre se ha sabido que el virus se contagia mediante el contacto cercano, pero muchos investigadores sospechan que la infección también puede transmitirse a través de las propias relaciones sexuales.